jueves, 28 de marzo de 2013

El faro de las tormentas


A cuatro días de haber dejado supuestamente atrás la celebración del Gran Premio de Malasia, por hache o por be se sigue hablando de Red Bull. Reuniones para resolver los problemas internos lavando la ropa sucia en casa. Marko sacando pecho señalando a Mercedes AMG. Lewis contestando al áspero rottweiler que nones...

El caso es que Webber, morrón, se tomaba 15 días para recapacitar, pero daddy Alan nos tranquilizaba diciendo que el aussie estará definitivamente en China, como si no lo supiéramos. Mientras, el Bild tira piedras y saetas sobre el australiano, del que dicen que no renovará por la austriaca como si dispusieran de una bolita de cristal. Y en esto, nos llegan también noticias de que mientras el chico bueno que cumplió la Multi 21 en Sepang queda como el malo de la película, porque el chico malo en Malasia, el tipo que se pasó por el forro de los cataplines la Multi 21 de los cogieron, lejos de irse de vacaciones como su compañero, está trabajando en el simulador de Milton Keynes, sin leer periódicos ni entrenerse en nada que le distraiga de recorrer ese camino de adoquines amarillos que sin duda le llevará al legendario corazón de Oz. Y para colmo, Flavio, Bernie...

Por si alguien quiere ver después de este largo párrafo introductorio un nuevo ataque a Vettel, debo defenderme preventivamente afirmando que lo que hay en él es un nuevo ataque a Red Bull, a ese pernicioso ambiente que rodea al de Hepennheim y lo está convirtiendo en una réplica imprecisa del lado oscuro de la fuerza, porque explotadas ad nauseam las enormes virtudes de uno de los mejores pilotos de la parrilla, sin duda el que mayor proyección tiene, rotos todos los récords, venía diciendo, sólo queda seguir explorando cuánto da de sí el chaval subiendo la ladera del malditismo, ese monte oscuro y tenebroso que subieron en solitario y sin bombona de oxígeno, figuras tan emblemáticas de nuestro deporte como Ayrton Senna, pero que Sebastian, como hiciera Michael Schumacher en su buen momento, transita rodeado de comodidades y buena mala gente que le indica el camino correcto y le protege de la mala buena gente que pueda encontrar en el trayecto hasta la cima.

Hace un par de años, creo, Lewis Hamilton desmereció a la de Milton Keynes refiriéndose a la austriaca no como una escudería sino como una fábrica de latas, pero erró el tiro, porque Red Bull lo que fabrica es imagen, una imagen alicatada en los deportes de riesgo y en las grandes hazañas, a la que sirve sin encomendarse a Dios ni al diablo, y de la que ahora es su principal víctima en su trayectoria en F1, porque como Sebastian muerda el polvo en su intento por convertirse en el tetracampeón del mundo más joven de la historia, buena parte del esfuerzo realizado se habrá ido literalmente al carajo, y con él, parte de esa imagen diamantina con la que nos ha nublado la vista estos últimos años.

Si en 2010 Red Bull hacía gala del «nosotros preferimos quedar segundos a ganar un mundial con órdenes de equipo», parece hora de reclamar a la de Horner que demuestre de una puñetera vez, no que no mentía como una bellaca, sino más bien, que es capaz de arriesgarse a quedar segunda dejando que Sebastian bregue solo sobre el asfalto. Solo, sin ayudas ni pomadas ni palmaditas comprensivas en la espalda, en vez de perseverar en esa idiotez rotunda que supone seguir mirándose el ombligo, posicionándose ante la afición de medio mundo como el único faro de las tormentas en un entorno plagado de rompientes y aristas, cuando en esto, en F1, cualquiera que tenga algo de memoria sabe perfectamente que lo interesante estriba en esquivar las numerosas trampas que hay bajo la superficie del agua, a pelo, en mitad de la noche, sin luces guía, como lo hicieron los auténticos malditos de nuestra historia reciente y aún lejana, y que esa es precisamente la esencia que convierte a este deporte en uno donde el riesgo es permanente, tanto en pista como en los muros y en los despachos.

Os leo.

2 comentarios:

Tadeo dijo...

Que bien escribes Jose, y que clarito. Para entender el tema Red Bull hay que pensar en el target que tiene la bebida de las alas, postsadolescentes y jovenes, donde la imagen del mito limpio de cualquier impureza (y si es rubio mejor que mejor) vende más que el sabor o la misma bebida.

Yo soy muy clásico en ese tipo de cosas, el vino me encanta aunque no suelo beber, y sigo bebiendo la misma cerveza desde hace años. No soy de colas ni de redbules aunque entiendo que la gente cambia sus gustos con la edad y a los 16 años bebía la chispa de la vida y su variante de naranja.

Pero esa etapa ya la he superado, igual que los chicos de ahora la superaran, pero Red Bull sabe que es una cosa generacional y que la próxima generación volverá a pedir la bebida de las alas. Según le he leído al Virutas esta mañana, RB invierte en marketing el 25% de su presupuesto en publicidad, el resto lo tenéis aquí, Virutas lo escribe mucho mejor que yo:

http://www.caranddriverthef1.com/formula1/blogs/virutasdegoma/tras-la-tormenta-llegara-la-calma-red-bull-nos-tememos-que-no-algo-ha-c

Saludos

Aficionando dijo...

El problema de Red Bull es que lo que fabrican, lo que encuentras en las tiendas una vez sales del circuito, es un producto repugnante que sólo consumen pastilleros. Ferrari, McLaren, Mercedes, Lotus, Caterham, fabrican coches. Red Bull fabrica mierda.