domingo, 6 de abril de 2014

Yellow flag


En las numerosas defensas que he hecho al respecto de que el consumo no iba a suponer un problema este año, me he balanceado como el empirista del otro día, entre la certeza de que bastaba ir un poco más lento para llegar a la bandera de cuadros y que llegado el caso, Charlie Whiting podía echar una mano desempolvando el coche de Maylander por aquello de ayudar a economizar el gasto de combustible.

Bien, llegados a este temprano punto, tengo que decir con odgullo y satisfacción, en plan campechano y tal, que como buen zahorí he vuelto a dar en la diana porque por un lado, hemos sufrido hasta la extenuación eso de ir lento —pisando huevos, que diría Michael— para llegar a meta en las dos carreras que han abierto el calendario, y por otro, la presencia del Safety Car ha permitido en Melbourne y Sakhir percibir que el gran Charlie está dispuesto en 2014 a que Bern se gane honradamente las alubias y el espectáculo resplandezca como nunca.

Y es que si ya se baraja la posibilidad de reducir la distancia de los Grandes Premios, de suyo pasa a ser razonable considerar que mientras llega la temida orden de las alturas, Dirección de Carrera haya vuelto a trastear con su juguete preferido, ya que si no es posible aplicar un régimen de ultraeconomía de combustible porque los aficionados podríamos acabar mordiendo a alguien, bien vale neutralizar una prueba para decretar posteriormente el ¡barra libre de gasofa! para que vibremos como en los viejos tiempos.

No me quejo, entendedme. Por primera vez desde hace mucho he saludado la presencia del Safety Car y las banderas amarillas. El accidente de Gutiérrez ha sido de órdago y aunque ha habido veces en que Charlie ni se ha molestado en desplegar el Coche de Seguridad con parecidos o incluso mayores desastres sobre el asfalto, llegando a permitir que una grúa devolviera a Lewis a pista ocupando la escapatoria de la curva número 1 del Nürburgring, hoy todo ha ido perfecto. Pastor le daba a Esteban y ponía al mexicano del revés, gracias a Dios sin consecuencias, y en concordancia, el SC salía echando virutas para permitir que se retirara el Sauber y se atendiera al piloto...

Han sido pocas vueltas de nuetralización, pero las suficientes como para que en la reanudación se haya obrado el milagro: combustible para todos y todos a toda pastilla y con los puñales entre los dientes, a la vieja usanza, y de nuevo esa vieja ramera que llamamos Fórmula 1 mostrándonos que si no hubiera tanto bobo suelto, la magia de todo esto afloraría sola.

A unas horas de que escribiera ayer que siempre ha sido así, que hay que saber esperar para recibir el premio, que siempre ocurre aunque no cuando está previsto, que una buena chuleta que te ha empapado de su olor la ropa siempre será mejor que una hamburguesa precocinada; en mitad de un circo en el que para iluminar el circuito de Sakhir —e impedir de paso que los bareiníes crujan a boinazos a quienes les torean a diario porque a alguna hora hay que dormir—, se ha gastado más gasolina que la que pueden utilizar todos los vehículos juntos, en la etapa de sequía normativa yo mismo habría firmado una crónica negra sobre Bahrein al respecto de un deporte que se va al carajo entre tanta economía y sostenibilidad mal entendidas, pero gracias al Safety Car, he recobrado la esperanza.

Manda huevos decirlo, pero las diez últimas vueltas del Gran Premio de hoy valen por todo lo que llevamos de temporada. Los pilotos quieren correr y los monoplazas pueden hacerlo, lo hemos visto, pero los ingenieros y las mentes bienpensantes que pactaron el nuevo reglamento parece que opinan distinto.

Un accidente sin consecuencias graves y el depliegue de las banderas amarillas con Maylander liderando la tropa, han bastado para que quien mantenga la mente todavía abierta, perciba de una puñetera vez que 2 y 2 no siempre tienen por qué resultar 4 y que desgraciadamente, estamos en las manos menos indicadas para dirigir todo esto, porque la Fórmula 1 no será una auténtica competición mientras no deje atrás el cúmulo de tonterías que arrastra.

Os leo.

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