miércoles, 29 de julio de 2015

¡Ay, Daniel!


Mira que el año pasado decíamos aquí mismo que se hablaba muy poco de ti. Ricciardo, un desconocido —casi, se sobrentiende—, que sonreía y había tenido la buena suerte de venir de conducir un hierro en Toro Rosso para pilotar otro en Red Bull, sobre el que, claro está, no cabía desperdiciar palabras, líneas o párrafos, porque pa'qué, si el pérfido alonsismo ya le miraba fino porque estaba rematando en pista a Sebastian, el incomprendido, el de la mala fortuna...

Cómo han cambiado las cosas, Daniel. Ganaste tres carreras en 2014 frente a la todopoderosa Mercedes AMG, pero no se te hizo puñetero caso. Ni siquiera por parte de esa afición consolidada y de buen paladar, que siempre sabe más que los que no sabemos, por ejemplo, que Alonso corría para sí mismo en Ferrari —más o menos como Felipe Massa—, y que en el instante en que llevo a cabo esta entrada, todavía reclama ofendida, que apenas se hable de la segunda victoria de Vettel. La de Hungría, sí, ésa.

Me gustan las soledades, Daniel. En ellas me encuentro como pez en el agua. Será tal vez porque soy hombre de pocas palabras o porque soy un egoísta redomado que por avatares de la vida, nunca ha sabido expresarse, pero el caso es que la soledad es mi soldada y por ello te entiendo. ¡Cómo no iba a entenderte?

¿Recuerdas, Daniel? Escribí un montón de entradas el año pasado, al respecto del caldo grueso que te estaban haciendo. De ese ninguneo constante que incluso dolía. Me quedo con estas tres: El hombre invisible; Unas líneas sobre Ricciardo; y Como lágrimas en la lluvia.

También entiendo a los que piden que se hable de Sebastian. Hasta ahí ya llego. Aunque si quieres que te diga la verdad, me importan un pimiento a día de hoy porque hace unos meses, desperdiciaron una maravillosa oportunidad para demostrar que pueden reclamar algo. Y mira que es fácil parir un blog aunque sea para meterse con Fernando mientras se habla como aficionado de viejo para aficionados de viejo.

Ayer mismo, me ofrecía galantemente a ayudar a un quejica a que pusiera en marcha el suyo para que hablara en él del tetracampeón más joven de la historia y también, para dejara de dar por el saco, no voy a negártelo...

Pero erré el tiro, como yerro tantas veces, Daniel. La vettelada no quiere que se hable de su ídolo, pretende que los demás hablemos de él por aquello de sufrir orgasmos. Pero ¡ay, Daniel!, yo prefiero hablar de ti, ya ves. 

Os leo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Habla de Ricciardo sin mencionar a Vettel.

Os leo también.

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Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] dijo...

También estaba hablando de Vettel y sus seguidores ;)

chema dijo...

Vetelada, Alonsada, poco serio aunque como dicen sarna con gusto no pica...

Anónimo dijo...

Alonsada = Vettelada , no creo que hubiera diferencia.
Ricciardo habiéndose consolidado el año pasado no debería tener problemas para doblegar al ruso, pero esta sufriendo esta temporada y si llega el final de año vapuleado ¿entonces debería de ser un fraude como el alemán?

Saludos
Olo

Anónimo dijo...

Alonso=Vettelada, Ricciardo bueno=Ricciardo malo

En ambos casos solo depende del cristal con que se mire (y el teclado :) )

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Anónimo dijo...

Me mondo. José señala el cielo y venís a discutir de pendejadas. La pena que dais es inversamente proporcional a la profundidad de vuestros comentarios, pura basura. Saludos al anfitrión y a los comentaristas que aportan algo. Por suerte son muchos.