sábado, 18 de junio de 2016

¿Por qué? #25TLM16 [04]


Cuando quiero entender algo, pregunto. De la misma manera, procuro responder siempre a quien me solicita una contestación, aunque tanto jugar con preguntas y respuestas ha originado en mí que en las relaciones personales no suela preguntar jamás por qué. Me interrogo y me guardo esas respuestas. Acepto los regalos, las negativas y las traiciones como si vinieran de la misma mano generosa. Eso sí, tengo muy buena memoria.

Y es que hay cosas que no tienen explicación por muchas vueltas que las demos, y en Le Mans nos enfrentamos a una de las situaciones más preguntonas que existen, y a la vez, con menor cantidad de soluciones por centímetro cuadrado.

¿Por qué ese esfuerzo continuado durante un día completo?

En el caso de los equipos grandes el asunto parece sencillo de contestar. La marca busca mejorar en Le Mans su imagen frente a los rivales y se embarca en una aventura que por otro lado no tiene pies ni cabeza, invirtiendo toneladas de dinero y con unas planificaciones que harían palidecer al desembarco de Normandía. En la categoría LMP2 y GTE-Pro, la cosa viene a ser más o menos igual, aunque la figura del fabricante (que los hay) deja espacio a escuderías con unos presupuestos mucho menores y unos planteamientos que a veces consisten sólo en seguir corriendo.

Pero en la zona que entendemos como coto de los privados, existe una mezcla entre romanticismo y pragmatismo que hace complicado discernir qué mueve, además de la gasolina y el amor por los coches, toda esa energía humana que inyecta vida e ilusión a cada proyecto.

Y lo curioso de todo esto es que precisamente esta parte de la parrilla es, a su vez, la que mantiene lazos más consistentes con aquella filosofía que llevó a los locos de antaño, a meterse en el interior de un vehículo para dar vueltas durante una jornada completa, alrededor de las localidades que configuraban entonces el trazado por el que se desarrollaban las 24 Horas...

Al final todo puede resultar tan sencillo como contemplar la posibilidad de que el ser humano, desde que siendo homínido decidió bajar del árbol para ir más allá sobre dos patas, tiene necesidad de dar contestación a su legendaria necesidad de aventura.

Eso, o este por qué es de los abundantes porqués que carecen de respuesta.

Os leo.

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