domingo, 23 de septiembre de 2007

Si Bruce levantara la cabeza (IV)


Para 1984, Ron Dennis ya ha trasladado al equipo McLaren de su asentamiento original y primeros éxitos (Colnbrook, población a las afueras de Londres) a Woking, sede de la escudería Project 4 de su propiedad y su pueblo natal (de Ron, se entiende). Conociéndole como le conocemos ahora, cualquiera podría imaginar que aquello supone una frontal declaración de intenciones, como en el fondo es (la apropiación del legado de Bruce parece total, y el nuevo patrón tiene la necesidad de exteriorizarlo).

Después de haber renovado completamente su escudería, Dennis se siente preparado para dar respuesta a la enorme confianza que han depositado en él tanto Marlboro como TAG, intentando el asalto al campeonato del mundo de marcas y pilotos, pues dispone del vehículo que puede lograrlo.

El MP4/2, que se estrena oficialmente ese año, es en cierto modo una obra de arte que pone en evidencia el enorme potencial de John Barnard, su diseñador (junto a Gordon Murray, de los mejores de todos los tiempos). Tras haber resuelto los problemas de equilibrio que aquejaban a su anterior versión, incorpora la novedad de ser el único monoplaza de la parrilla en usar frenos de carbono-carbono (disco y pinzas del mismo material, conjunto que ofrece el ahorro de un 40% de tiempo en las frenadas), amén de ser propulsado por el flamante TAG 1.5 V6T, que entrega con suavidad su enorme potencia sin comprometer la aerodinámica (ofrece 720 cv. nominales, y es el primer motor de la historia que se concibe en función del chasis) y que con una reducida capacidad de consumo, respeta escrupulosamente las restricciones de combustible vigentes (cabe decir que no todos los equipos lo consiguieron). Sintetizando: el MP4/2 es tan bueno que se adjudicará 12 triunfos de 16 posibles en su año de estreno (1984), y su hegemonía durará hasta 1986 (tres mundiales de pilotos y dos de marcas consecutivos).

Dicho esto, Ron Dennis, que ya tiene en lo técnico lo que necesita, también tiene entre manos un serio problema, pues precisa como agua de mayo sacar provecho a la inversión realizada con Niki Lauda (1 millón de dólares de la época por temporada, que aunque corren a cuenta de Marlboro, pesan como una auténtica losa), quien no ha sabido o podido destacar sobre el eficiente Watson durante las dos sesiones anteriores. Por si fuera poco, el británico, con 37 años, ha decidido cambiar de aires pues aguanta mal los continuos movimientos entre bambalinas a los que tan aficionado es el austriaco.

En esta coyuntura, Dennis encuentra la solución como por arte de magia, pues Alain Prost acaba de ser despedido por La Régie, una vez terminada la temporada 83, integrándose en McLaren sin ningún problema.

Al respecto hay que decir que a pesar de que se acostumbra a dibujarlo como la joven promesa que en su primer año en la escudería amenaza el estatus de su compañero, su perfil no encaja con esta descripción. El francés es en 1984 uno de los mejores pilotos de la parrilla y acumula una impagable experiencia como conductor —supo ganarse la primera plaza en Renault en 1981, para defenderla con uñas y dientes en 1982 (la víctima de esa pugna sería René Arnoux, quien abandonaría el equipo al final de la campaña), y hacerla valer en 1983 llevando a la escudería del rombo a la segunda posición del Mundial de Constructores (Eddie Cheever lograría 22 puntos, y Prost 57), mientras se agenciaba el subcampeonato de pilotos tras perder el primer puesto en la última prueba, quedando a tan sólo 2 de Nelson Piquet (59)—, y lo que es más importante para McLaren, también técnica, pues ha colaborado activamente en las sucesivas mejoras del Renault 1.5 V6T, lo que a la postre significa que aporta a la escudería inglesa el importante bagaje de conocer a la perfección los motores turbo, en un momento tan crucial como el del estreno del TAG.

Llegados a este punto, todo parece indicar que el binomio Lauda/Prost (con la ayuda del MP4/2) seguirá la tónica establecida desde la llegada de Dennis al equipo, y estará enfocado a convertir al primero en el nuevo campeón del mundo con la inestimable contribución del francés, quien, lógicamente, tendrá el cometido de poner a punto el coche que utilizarán ambos.

Pero el guión se tuerce. Lauda ganará el mundial de 1984 por sólo 1/2 punto, obteniendo 5 victorias, por 7 de Prost (una de las cuales, la de Mónaco, valdrá la mitad de puntos, verbigracia de una discutida decisión de Jaky Ickx, íntimo de Niki, director de aquella carrera,y habitual de Porsche, suministradora de TAG, para que nos vayamos entendiendo), aunque polémicas aparte, aparentemente y de forma oficial, el austriaco obtiene limpiamente el campeonato por el canto de un duro (nunca mejor dicho), pues realiza una magistral demostración de experiencia, regularidad y temple en la segunda parte de la campaña…

Pero también es una victoria a la que contribuye Prost, quien después de un comienzo de temporada espléndido, se diluye posteriormente sumando 4 abandonos en 8 carreras y ganando las otras 4, lo que resulta insuficiente para evitar regalarle el cetro a su compañero, pero que compensa de manera curiosa, el desastroso inicio del austriaco (de 8 carreras sólo concluyó 3).

Por si faltaban guindas en este extraño pavo, Lauda, con su habitual falta de tacto al hablar, vendrá a denunciar sin querer que a su compañero lo han sacrificado en su beneficio, porque tiene la ocurrencia de decirle, tras haber conseguido el título en Estoril: «no te preocupes, Alain, el año que viene lo ganarás tú, porque yo te ayudaré a conseguirlo» (¡qué bonito!).


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