sábado, 23 de agosto de 2008

Antonio Creus (1924-1996)


El madrileño Antonio Creus de Celis (nacido el 28 de octubre de 1924, y fallecido el 19 de febrero de 1996) pasa desapercibido cuando se habla de la F1 española, porque sólo participó en un Gran Premio puntuable y porque el grueso de su trayectoria se desarrolla sobre dos ruedas.

Con un referente cercano como Valentino Rossi, heptacampeón mundial de motociclismo, quien ha acostumbrado a flirtear con el mundo de los automóviles en modalidad rallyes, y recientemente a bordo de un monoplaza Ferrari; o con el de un Michael Schumacher, heptacampeón mundial de F1, metido a funciones de piloto de motocicletas en la actualidad; la cosa de que a los pilotos de uno u otro mundo se les pase por la cabeza conducir vehículos del otro parece una cuestión menor, un sencillo hobbie, cuando la realidad es otra. Y es que el mundo del motor, en su más amplio y amable sentido, ha facilitado el trasvase de figuras que han encontrado en el cambio de modalidad un incentivo para profundizar y perseverar en sus carreras profesionales —podría extenderme pero ni es el lugar ni el momento oportuno. John Surtees, heptacampeón mundial de motocicletas como Rossi, se alzó con el campeonato mundial de F1 en 1964, con un Ferrari 158, siendo el primero y único piloto que se se ha coronado en ambas disciplinas—.

Dicho esto, a mediados de la década de los 50 del siglo pasado, surgieron en Madrid y Barcelona grupos de aficionados al motor que comenzaron a reunirse para dar salida a sus inquietides deportivas con el apoyo de un público nutrido y leal, y que en la capital se aglutinaron alrededor de la sede del RACE, situación que favorecería que Antonio Creus tomara contacto temprano con el mundillo. Por si fuera poco, la situación económica y política del país permitía el acceso a vehículos realmente competitivos, tanto en el ámbito nacional como internacional (la Administración puso a disposición de los interesados una serie de licencias que suponían el único modo de conseguir coches deportivos de importación, que se articulaban a través del RACE y del RACC).

Creus, hombre inquieto y querido por su sencillez, humildad y amabilidad, alternó su contrastada experiencia sobre dos ruedas con la conducción de vehículos de cuatro (Pegaso Sport, Ferrari 750 Monza y 250 Testarossa), buscando respuestas a una serie de interrogantes que le llevarían a descubrir las sensaciones inequívocas que demarcan ambos universos —si en el de las motos disfrutaba buscando la victoria, en el de los automóviles lo hacía conociendo y dominando la máquina—.

Comenzó a correr en España con un Pegaso Z-102, y realizó el salto a la competición europea consiguiendo el 6º puesto en los 1.000 kms. de Spa-Francorchamps (1956), pasando posteriormente a correr con Ferrari en 1957, 58 y 59 (Ferrari 750 Monza), disputando diferentes Grandes Premios Sport (1000 kms. de Spa-Francorchamps; 1.000 kms. de Nürburgring, junto con Freddie Russel vencedor de las 24 Horas de Le Mans; y el G.P. de Portugal de 1959). En 1960 conseguiría terminar 10º los 1.000 km de Buenos Aires con un Ferrari 250 Testarossa.

Su contacto con la F1 data de 1958, cuando se inscribe en el G.P. de Siracusa al volante de un Maserati 250D. Lamentablemente, un accidente le obligó a retirarse cerca del final cuando iba 4º. El 7 de febrero de 1960 corre con otro Maserati 250F en el G.P. de Argentina (puntuable para el mundial), retirándose en la vuelta 22; y posteriormente en el Premio de la Ciudad de Córdoba, donde termina en el 6º lugar. Sin embargo, la máxima categoría de la competición nunca llega a colmarle, pues según sus propias palabras: «me daba perfecta cuenta de que para conseguir buenas clasificaciones en la F-1 se precisaba un grado adicional de locura del que, afortunadamente, carecía. Aquellos bólidos eran algo totalmente distinto del resto de los automóviles, y también francamente peligrosos (muy pocos pilotos de F-1 de aquella época escaparon a la muerte en circuito). Era demasiado, sobre todo teniendo sobre mis espaldas las responsabilidades de una familia y de mis ocupaciones agropecuarias.»

Amigo de Juan Manuel Fangio, íntimo de Paco Godia, fue contemporáneo de Alfonso De Portago y Julio González Pola, con quienes compitió compartiendo asfalto. Abandonadas las modalidades de alta competicion, pasó a dedicarse a preparar automóviles nacionales (Seat 600, Alpine, etcétera) participando esporádicamente en carreras en cuesta y rallyes, hasta el total abandono de la actividad a mediados de los 70 del siglo pasado.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Está muy bien esto de recordar personajes tan interesantes y desconocidos