jueves, 29 de marzo de 2012

Y llegó su hora


Cada vez que veo a Pedro Martínez de la Rosa sobre la pista, no puedo impedir que en mis oídos suene la voz de Penélope Cruz gritando como una descosida al abrir el sobre que otorgaba un Oscar al otro Pedro, al manchego.

Y es que Pedro es un tipo al que le tengo especial cariño aunque apenas hable de él, porque por desgracia, y esto es una opinión totalmente personal, la F1 no se ha portado todo lo bien que habría podido con el piloto barcelonés.

Entre que Lewis Hamilton, en 2007, cuando era el tempranillo, le birló un merecido asiento como segundo de Alonso en la de Woking; que por suerte para los telespectadores se enroló en el equipo de Antonio Lobato; que hizo las Américas en Pirelli, pasando luego a Sauber para toparse con Peter el suizo y volver a la tele; y desembarcar más tarde de su destierro bíblico de nuevo en McLaren, la que ha sido su gran casa de los últimos años; la sensación que ofrecía era demasiado errática como para tocarle siquiera sin temor a hacerle daño, cosa que nunca ha estado en mi ánimo.

Sea como fuere, De la Rosa decidió a finales del año pasado incorporarse al elenco de locos que van a batallar porque HRT saque la cabeza esta temporada, y me alegré como se alegraron muchos, porque a Pedro se le quiere un rato largo más allá de sus hazañas sobre la pista.

Es cierto que se insinuó que estaba un poco mayor para su nueva aventura, pero como se trataba de iniciarla en HRT, tampoco es que importara mucho, vamos, que el barullo duró lo que el agua en una cesta, y al final se aceptó de buena gana que un veterano de su calibre ocupara un puesto que habiéndose tratado de otro conductor, a buen seguro habría abierto algún que otro debate por aquello de que los maduritos están de sobra en la pasarela repleta de bisoños que supone la actual F1.

El caso es que como decía hace un par de párrafos, Pedro está de vuelta, haciendo lo que más le gusta: correr, y lo está haciendo aligerado de la presión que supone hacerlo en una escudería grande, o sea, bastante cómodo. También se le ve muy comprometido, y sintonizando en extremo con el equipo que lidera Luis Pérez Sala.

A todas luces el escenario es completamente distinto a los tantos otros vividos durante su dilatada carrera, y tal vez por eso mismo las sensaciones que destila el barcelonés me han merecido hoy dedicarle unas líneas, ya que Pedro no busca la victoria (desde HRT parece una diana poco asequible), sino compartir su experiencia mientras sencillamente se divierte, actitud bastante loable en un mundo lleno de tiburones viejos y jóvenes que se vuelven totalmente ciegos ante todo lo que se menéa cerca.

Sí, cada vez que veo a Pedro corriendo sobre el asfalto, en mis oídos resuena Penélope abriendo el sobre que otorga una nueva oportunidad a un tipo que creo fervientemente que se la merece, y lo digo desde la tranquilidad que me da saber que no soy el único que lo siente.