lunes, 9 de abril de 2012

El efecto Coanda


Si hace unos días comentaba aquí mismo que aunque se nos olvide por el destello de los flashes, los pilotos forman también parte de la maquinaria de sus equipos, toca sustantivar el trabajo que habrán realizado las escuderías para que todo esté en perfecto orden de cara a la cita china, movilizando, sin duda, hasta el último de los ratones de la cocina.

La gente fundamentalmente anónima que espera entre bambalinas a que los pilotos y los integrantes del garaje y el muro concluyan su trabajo durante la prueba, que salta de alegría si todo ha ido bien y se entristece o derrumba cuando algo se tuerce, se habrá movilizado estos días pasados con la esperanza de que no falle ni una tuerca, de que todo esté en su sitio, quien sabe si robando horas al sueño y a la familia, quién sabe si también rezando.

Las carreras son siempre una pequeña frontera entre el pasado y el futuro en la que apenas hay sitio para el presente. Si en F1 tanto vales como fue de bien o de mal la última prueba, cuando concluye ésta lo mejor es pasar página y soñar con la siguiente. Buscar nuevas fuerzas, renovar la moral, evaluar lo realizado, establecer una ruta para mejorar lo conseguido, y sin duda tomar aire para intentar probar fortuna una vez más.

Ferrari salía de Malasia por la puerta grande y en hombros, pero imagino que pasada la euforia se comenzarían a cursar órdenes de inmediato para que la gente de la italiana volviera a posar los pies sobre la tierra, porque sin la necesaria serenidad el trayecto hacia China se podía convertir en un infierno. 

Imagino, también, que hay un rumbo preciso con la vista puesta en el retorno de El Circo a Europa, y que desde el puente de mando alguien habrá pensado en la posibilidad de aprovechar el golpe dado sobre la mesa en Sepang para abreviar la ansiada llegada a puerto. 

Imagino, y ya termino, que en estos momentos en que todo el material ya está embalado y listo, alguien en Maranello seguirá cruzando los dedos, porque la suerte también es importante y forma parte de la tripulación aunque a veces se muestre furtiva. 

En este sentido, las noticias son halagüeñas: la suerte actúa como el efecto Coanda sobre la superficie adecuada, y siempre busca pegarse a la alegría rehuyendo la tristeza.

En Gorliz, a unos kilómetros de Bilbao, yo también cruzo los dedos.

Os leo.

2 comentarios:

Touro Tolo dijo...

Yo esperando un denso informe con la regla de flujos tan de moda y te me sales con poesía.

Qué decepción. ;)

Anónimo dijo...

Dedos cruzados....
Te han dicho alguna vez lo bien que escribes? No verdad?....

Un besote,

Susana