domingo, 10 de febrero de 2013

Ahora que sabemos [G.P. de China]


Veinte días después de la celebración del G.P. de Malasia, con tiempo más que suficiente como para que las escuderías recondujeran sus planteamientos iniciales para la temporada, tenía lugar el G.P. de China sobre el trazado de Shanghai, bajo la sombra amenazante de una falta de comprensión de los neumáticos Pirelli que se había hecho palpable en las dos carreras anteriores (Melbourne y Sepang).

Así las cosas, la prueba china iba a ser consecuente con la dinámica esbozada en Australia y también nos iba a brindar la oportunidad de asistir al tercer piloto (diferente) que se subía al cajón más alto del podio en la tercera carrera de la sesión, aunque el aspecto más deslumbrante iba a ocultar dos elementos cruciales para entender lo que se nos venía encima. Por un lado, la escenificación del canto del cisne que iba a protagonizar Mercedes AMG, y el cambio de rumbo que iba a tomar Red Bull.

Al respecto de lo primero, los pilotos de Mercedes iban a copar las dos posiciones iniciales de la parrilla durante la calificación, a resultas de lo cual, Nico Rosberg, conseguiría la primera pole y la también primera victoria y hasta ahora única, de su carrera profesional. En cuanto a lo segundo, Red Bull había planteado el Gran Premio como una prueba en la cual evaluar qué camino seguir, para lo que puso en pista dos coches con algunas diferencias notables, para que fueran conducidos respectivamente por Mark Webber y Sebastian Vettel. Pero no adelantemos acontecimientos.

Con una temperatura ambiental bastante fresca que iba a incidir en la supervivencia de las Pirelli sobre un destrozagomas como el W03 de Mercedes AMG, así como para complicar la vida a sus rivales inmediatos (sobre todo a McLaren), Rosberg, desde la primera posición, alcanzaba pronto ese estado de gracia que bendice a los vehículos que corren sin estrés y con aire limpio alrededor, para desmarcarse en pos de una victoria que no le iba a disputar nadie, ni siquiera su compañero, Michael Schumacher, quien se veía obligado a abandonar en la vuelta 13 tras su paso por boxes, donde se quedaba sin apretar la tuerca de su neumático delantero derecho.

Sobre la incertidumbre del auténtico rendimiento de las gomas, asunto peliagudo puesto de relieve durante el fin de semana, la carrera se construía en general sobre tres paradas, con el consiguiente riesgo de cometer errores en garajes o caer en tráfico a la salida de ellos, lo que a la postre originó continuas alteraciones en las posiciones que sin embrago no cambiarían en absoluto el implacable dominio del Mercedes número 8.

En líneas generales, y como decíamos antes, la elección de neumáticos de Pirelli mostró una vez más su capacidad para generar espectáculo incluso en condiciones adversas (temperatura baja en este caso), llevando a pilotos y máquinas a luchar a brazo partido sobre el asfalto hasta la práctica terminación del Gran Premio, como quedaría patente en el caso de los dos McLaren, que dieron buena cuenta del RB8 de Vettel (desfallecía por momentos precisamente por agotamiento de compuestos), y quien también se vería superado por su compañero el aussie en la última vuelta.

Rosberg terminaba primero, seguido por Button y Hamilton respectivamente. Tras ellos se situaba Webber, e inmediatamente detrás, Vettel. A la cola del alemán se colocaban Grosjean, Senna y Maldonado, quienes llegaban a meta delante Alonso (incapaz de doblegar al venezolano de Williams) y de Kobayashi, éste último cerrando la zona de puntos.

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