lunes, 20 de mayo de 2013

La prueba del agua


Una de las mayores contradicciones que sufre nuestro bienamado deporte radica en la querencia que hay por parte de aficionados y prensa especializada, incluso por Bernie Ecclestone y los pilotos, al respecto de las carreras que se celebran sobre mojado, ya que prácticamente todo el mundo coincide en que son mucho más entretenidas que las que se disputan sobre piso seco.

Y digo que existe contradicción porque este anhelo generalizado no se ve correspondido en modo alguno por la deriva técnica y reglamentaria de la Fórmula 1, que sigue incidiendo un año tras otro y con la excusa del espectáculo, precisamente en aquellos aspectos que jamás se dan en una carrera pasada por agua.

Una prueba en mojado es una cita en la que la aerodinámica pierde importancia en favor de la mecánica. Se corre más lento. Los chasis se elevan con respecto al suelo, por lo cual, el fondo plano mitiga su influencia y son los alerones delantero y trasero los que cogen el relevo a la hora de asentar el coche. Las suspensiones cobran mayor importancia para conseguir el necesario agarre y establecer el rango adecuado de funcionamiento del monoplaza en orden de marcha. No se utiliza el DRS. Los pilotos adquieren mayor protagonismo en carrera que los muros de sus equipos, y las estrategias diseñadas por estos pueden ser más arriesgadas porque para colmo, el uso de neumáticos no está restringido como en seco a la elección de un agente externo (Pirelli en este caso), sino que por el contrario, cada escudería puede utilizar el modelo que le convenga dentro de un abanico tan sencillo como fiable de prever: gomas mixtas y extremas...

Sintetizando, que es gerundio: las disputas sobre meteorología adversa dan lugar a escenarios en los cuales, ante idénticas circunstancias para todos los participantes, existe un mayor margen de maniobra y creatividad para caer derrotado o para vencer, lo que incide sin necesidad de mayores complicaciones, en el afloramiento natural de un espectáculo genuino que afecta lo mismo a la cabeza de la carrera que a las zonas media o baja de la parrilla.

Por desgracia, el Gran Premio de Mónaco se va a celebrar en seco, pero me voy a poner a danzar y cantar como un poseso para ver si por fortuna, tenenemos suerte y a partir del Gilles Villeneuve y hasta Monza, gozamos de un verano con abundante pluviometría.

Tendría su gracia, no me lo neguéis. Los experimentos de Pirelli con sus compuestos no servirían de absolutamente nada, ni siquiera en calificación. La aerodinámica de los vehículos perdería fuelle y ganaría enteros el nivel de apuesta de cada escuadra. No veríamos adelantamientos artificiales by DRS pero a cambio, disfrutaríamos de los pilotos y de sus vehículos en estado puro, sin conservantes ni colorantes, precisamente como al parecer no quiere verlos la FIA ni en pintura...

Os leo.

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