sábado, 20 de julio de 2013

Más allá del pasado


Dicen las malas lenguas que más allá del pasado queda el futuro porque el presente no existe de tan efímero que es. Punset que es sabio entre sabios debido a que permanece ante la vida sin el que el paso de los años haya hecho mella en su mirada de niño, nos cuenta una y otra vez que que para cuando tenemos conciencia de que algo está sucediendo, ya es tarde para rozarlo con los dedos…

Vivimos a caballo entre el ayer de hace un instante y el mañana que recién nos acaricia la mejilla para ser a su vez un nuevo ayer antes de materializarse siquiera, y así en un bucle infinito del que nos es imposible escapar. Tontos que somos, diría mi abuelo.

La Fórmula 1, esa enorme metáfora de la vida misma, recicla constantemente los viejos asertos sobre los que se levantan nuestros cimientos y por eso tal vez, resulta tan hermosa. Nada tiene que ver en ello la mano de un tipo al que llaman mago de los negocios, quien en su senilidad sólo acierta a ofrecernos como primer plato una cosa que cada vez sabe más a rancho, y rancio. Tampoco intervienen en este milagro los hechizos del mago de la aerodinámica, capaces de convertir a Carlos Sainz en un jrande de pies de barro y por unos breves momentos, pero que en cuanto despunte sobre una mierda de Toro Rosso y si es que consigue hacerlo, seguramente será abatido por las saetas del elfo tuerto, como le ocurriera a Jaime. Menos importancia tienen aún los sortilegios del mago de los récords, puntal sobre el que pivota la realidad que nos servimos cada tarde de carreras para bebérnosla de un trago.

Decía que la Fórmula 1 sigue siendo hermosa ya que resulta un cuenco repleto de épica y rebosante de aprietos y soluciones a pesar de las Pirelli, de Newey, de Bernie y de Sebastian, que permanecerá  a su pesar cuando ellos y su magia sean un simple recuerdo. 

«Nadie está a salvo de las derrotas. Pero es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños, que ser derrotado sin saber siquiera por qué se está luchando.
» Las palabras de Il Commendatore; las zonas media y postrera de la parrilla; la auténtica destilería de los héroes que están por llegar o que caerán; el teatro donde luchan los peones por proteger sus vidas más que por ganar terreno para aquellos que les mandaros a vencer o a morir, sin que el banquete de la victoria les tenga reservado cubierto.

La FIA prohibió las pruebas en temporada lanzada y parió los rookie test como tentempié. Damos palmas con las orejas por disfrutar al menos de algo de F1 entre Alemania y Hungría sin preguntarnos siquiera por qué han separado tanto ambos grandes premios, desertando de la idea de que dentro de unos días, los auténticos rookies volverán a probarse sobre el verdadero campo de batalla, por décima vez esta temporada, bregando a dentelladas por abrirse paso en el único lugar donde se mide un novato: en carrera, con su vehículo de siempre, sobre el tablero de ajedrez, a tiro de la reina, del caballo, la torre o el alfil enemigos.

Sabemos sus nombres pero por unos días los hemos olvidado como el presente se convierte en ayer mientras llega un mañana que como no espabilemos, volverá a pasarnos de largo sin notar siquiera que nos ha rozado.

No hay comentarios: