sábado, 1 de febrero de 2014

Bernardo I «El Iluminado»


Sólo a un tipo como Bernie se le puede ocurrir seguir golpeando en los riñones del deporte cuando el árbitro ha dado por finalizado el asalto.

La Fórmula 1 de 2014 es asín, como diría aquél, porque lleva tiempo caminando en este sentido concreto y no en otro, no porque haya surgido vestida de verde como de la nada, que sería lo que se podría entender cualquier navegante poco avezado al escuchar o leer las duras palabras que tuvo a bien dispensar a la FIA y equipos anteayer, el imprescindible Ecclestone.

Bernie está cabreado y lo ha exteriorizado sin contemplaciones. Ha llamado farsa a lo que hemos visto en Jerez, y ha ejercido su derecho a la pataleta afirmando: «Si querían correr así deberían irse a Le Mans.»

Buena comparación en todo caso, aunque intuyo que en origen no pretendía ser tan certera. Y es que los aficionados hace tiempo que han comenzado a irse a Le Mans trantando de encontrar un espectáculo en la Resistencia que no hallaban en la Fórmula 1 por mucho que ésta corriera en desiertos lejanos o de noche, bajo la iluminación de los focos.

A Bernie no le molesta que los motores no produzcan el ruido de antaño o que la competición se haya fijado en limitar el consumo para acercarse a la producción de calle, lo que le jode es que la normativa consensuada entre las escuderías y la FIA para 2014 en adelante, no se corresponde con su modelo de explotación del negocio y en consecuencia, como tiburón que es, el octogenario británico ha comenzado a dar dentelladas a diestro y siniestro abonándose a la figura del fracaso de las nuevas expectativas, como hacen los dictadores cuando ven tambalearse sus respectivos imperios.

Él o nada ha venido a decirnos para meternos el miedo en el cuerpo. Pero él tiene poco que dar a cambio de ese agorero escenario que nos sirve como horizonte, porque ha sido uno de los directos responsables de que las cosas hayan llegado tan lejos. Emergencia de circuitos carentes de atractivo en lugares ignotos, mientras se arrinconaban trazados saturados de atmósfera deportiva en la vieja Europa; búsqueda infructuosa del espectáculo mientras las gradas se han ido quedando vacías por lo caros que son los asientos y porque sobre el asfalto, no suele ocurrir nada de nada; asedio a los medios por hambre de información, guerra a la difusión generalista, cruzada contra los aficionados que trataban de contribuir desde Internet a la ampliación del eco de la F1; opacidad, comisiones, malas compañías…

Bernie ha dicho tantas veces que él es la Fórmula 1 que ahora no puede quitarse de encima la grasa como si aquí no hubiese sucedido nada, para parecer inmaculado cuando dice: «La gente quiere ruido, algo especial, de eso trata la F1. Ahora tenemos motores silenciosos y a nadie en la pista», olvidando que ese algo especial al que alude, es precisamente lo que ha ido perdiendo el deporte bajo su prolongado mandato, incluso cuando rugían sobre el asfalto los más ruidosos que ahora V10 de comienzos de la década pasada. Él estaba allí; él abrió la puerta al retorno de las marcas a finales de siglo; él participó en Dios sabe qué cambio de cromos; él impuso su ley bajo el mandato de Max Mosley; él vio partir a los grandes motoristas (BMW, Toyota, Honda) y puso piedras en el camino de los nuevos parias; él seguía allí cuando llegaron Red Bull y sus lentejas y él debería estar aquí para recoger lo que ha sembrado.

Los aficionados han puesto sus ojos en la Resistencia porque a día de hoy ofrece más alicientes que la máxima expresión del automovilismo deportivo, porque ha sabido recobrar ese algo especial que en palabras del británico ha perdido la F1 con su ruido característico y en el fondo, porque las carreras como Le Mans y sus entornos inmediatos, carecen de personalismos tan imprescindibles como el que Bernie propone en la figura de Bernardo I «El Iluminado». Bien está por tanto, al menos a mí me lo parece, que la Fórmula 1 explore otros formatos, aunque sean más silenciosos.

1 comentario:

Interlagos dijo...

Creo que se podría cambiar lo de 'imprescindible' por 'impresentable'.

Un saludo!