martes, 6 de mayo de 2014

El hombre del millón de dólares


En este jodido mundo hasta la Reina de Inglaterra querría ponerse leggings de leopardo y camiseta de tirantes para bailar meciendo entre los brazos una escoba, en una de esas gigantescas estancias que tienen domicilio en Buckingham Palace y no sirven para nada; o calzarse un mono y casco de piloto en el que pone bien grandote James Hunt en los costados, para decir que no escucha la radio o lanzar un exabrupto a quien tenga la arrogancia de decir lo que hay que hacer o lo que no, y perderse luego en Interlagos o donde haga falta.

Freddie Mercury y Kimi Raikkonen son dos secuencias atemporales que nos señalan lo que hemos ido dejando en el camino por aquello de ser serios e ir creciendo como hombres, o mujeres, si hace el caso.

Es difícil mirarles a los ojos sin ver nuestro propio rostro reflejado. Ellos han vencido al tiempo y nosotros no y eso duele, y así las cosas, me pregunto quién no querría ser el hombre del millón de dólares que a cambio de aprender a decir no, enseñó generosamente a decir sí.

Por desgracia el de Zanzíbar se nos fue como agua entre las manos cantando La Japonaise con Montserrat Caballé, y aunque todavía hay noches en que los escucho juntos cuando paseo con Eileen bajo las encinas viejas de Basotxu, acompañados por el ronroneo del mar lamiendo con su espuma la arena de la playa de Gorliz como coro, pienso en que aún nos queda otro arcángel a mano y en lo miserables que somos con él.

Kimi tenía alas como San Miguel cuando militaba en Lotus pero fue pasarse a Ferrari y que perdiera brillo. Llegaba a Maranello por dinero e iba a merendarse a Fernando y poco a poco se ha hecho el silencio sobre él como sobre todas esas quinielas que al final no funcionan nunca. Pero el finlandés sigue siendo el mismo chaval de Sauber aunque con algunos años más, el mismo tipo finolis que tuvo el campeonato en la palma de su mano en 2005, el mismo que mandó a tomar por el saco a Dennis en 2006 para dormirse al año siguiente, ya vestido de rosso, durante los compases finales del Gran Premio que abría la temporada.

Él es él, quien hacía vueltas rápidas por no aburrirse o se ponía bermudas en el garaje italiano para comer un helado mientras sus compañeros de parrilla, sencillamente esperaban instrucciones; quien empujaba a un crío con la misma displicencia que a un fotógrafo, o se disfrazaba de gorila para coger una cogorza de no te menées pasando desapercibido. Él es el personaje mediático que despacha a la prensa en un pispás y sin aligerar una sonrisa, que lo mismo gana su título en 2007 que espera paciente a mi Felipe en China del año siguiente, por ver si hay suerte y el paulista consigue pillar el suyo.

Iceman no le gustaba a Bernie como embajador de la Fórmula 1 y sinceramente, no me extraña. Kimi se fue a los rallies porque se aburría en La Scuderia y en la Fórmula 1 pero en definitiva, volvió por pelas o por lo que fuera y sigue encandilando a Jackie Stewart, y si al escocés le gusta, casi que no hay más que hablar.

Si no fuera porque Hunt se nos fue a acompañar a Mercury en 1993 y el de Espoo nació en 1979, le habría pedido a Iker Jiménez que indagara la posibilidad que estáis pensando porque ahí, en esa sustancia extraña de cojones pero plagada de coincidencias, en verdad hay algo...

Sea como fuere y como venía diciendo, Kimi sigue entre nosotros mientras James y Freddie cantan a su modo La Japonaise sin Montse, y el norteño acabará desplegando sus alas y será tarde para los que han negado estos meses pasados su existencia, simplemente porque el arcángel que habita entre nosotros ha cambiado de colores y la Queen de Inglaterra no sabe cómo conjuntar el nuevo mono del hombre del millón de dólares, con sus zapatos negros de pisar Buckingham Palace.


PD: Concha, donde quiera que estés, un besote.

2 comentarios:

csm dijo...

¡Josetxu!!!!
Estoy donde siempre! Con poco espacio para dejar unas letras, pero leyendo religiosamente lo que cuenta casa Nurbu :-)
El salvapantallas de mi ordenador es, desde Mónaco 2012, un primer plano de Kimi luciendo el casco en honor de Hunt.
No por el Kimi piloto en cuestión. Ni por el indolente, que lo es, ni por el come helados en bermudas, que también. No por el Kimi irreverente, que se crece en el arte de la chulería.
Es por ese Kimi que añora y destella la F1 de la épica, la de los tipos duros que se la jugaban a cara o cruz. ese piloto que vive las carrreas sin reservas.
Porque cree en lo que hace sin necesidad de que se lo rubrique nadie.
Gracias
Es un texto precioso.
Un besote enorme!

Aficionando dijo...

Debe de ser la primera vez que alguien habla de la reina de Inglaterra, Freddy Mercury, James Hunt y Kimi en un mismo artículo.
En Zanzíbar el cantante de Queen no es, o era, demasiado apreciado. Sólo ví un pequeño bareto siniestro en una zona poco recomendable de Stone Town que hiciera referencia a Mercury. No les gustaba mucho su homosexualidad ni la causa de su muerte. Ni que fuera de una religión extraña para la mayoría musulmana zanzibarí.