domingo, 20 de julio de 2014

¡Si me queréis. Irse!


Inevitable recordar a la faraona, comprobando una vez más que en Alemania (Germany, que dirían las finas) como en carreras anteriores, cuando sacan del garaje en Q3 a Daniel, a Sebastian termina por dolerle la cabeza.

Marko sale y grita: ‪¡Mi hija no se puede casar. Si me queréis algo, irse!, lo malo es que el austriaco no tiene el tirón de la grandísima Lola ni le quieren como la queríamos a ella, de forma que con chasis nuevo o chasis viejo, con casco más o menos pintoresco, todo el mundo mira a Vettel intentando escudriñar qué demonios le pasa al tetracampeón más joven de la historia, que con casi diez carreras transcurridas, parece incapaz de quitarse la mala suerte de encima, lo que en sentido estricto, ya supone tener mala pata.

Quizás llevaban razón los que afirmaron que Mark dejó un regalo envenenado sobre la mesita de noche, aquel amanecer en que comprendió que a Seb debían darle por donde amargan los pepinos.

Tal vez el asunto no sea tan áspero y todo se circunscriba a que Vettel ha perdido aquella cosa tan gozotxu que suponía salir primero, rular sin presión en cabeza, terminar antes que nadie y hacerse luego unos donuts para acabar elevando el dedo, pero el caso es que al vigente campéon de mundo se le ha atragantado la temporada 2014 y llevamos camino de que nadie lo remedie, porque hasta hace nada eran solo los Mercedes AMG y Daniel Ricciardo, pero ahora son los chicos de Brackley, aussie junior y la gentecilla de Grove, total: sexto en la calificación para el Gran Premio de casa.

El caso es que por mucho que hago cuentas no encuentro mala pata que justifique tanta mala suerte, así que aún siendo de letras, intuyo que hay otras circunstancias, tangibles, mensurables, explorables aunque desconocidas, que originan que hoy por hoy, Sebastian sea una sombra de sí mismo.

Está visto que el RB10 no es tan malo como lo venden porque a ver si no cómo explicamos lo de Ricciardo, y lo mismo sucede con la unidad propulsora de Renault, que aunque ha salido notablemente chapucillas, da para que el australiano de Milton Keynes sea tercero en la tabla de conductores con 28 puntitos de ventaja sobre Vettel, que podrían ser 46 si en Albert Park su equipo no se hubiera empeñado en hacer el moñas manteniendo un pulso idiota con la FIA.

Tampoco cuela a estas alturas que el tipo llamado a marcar una época del automovilismo deportivo, el que encendía las luces del garaje de Red Bull y era quien las apagaba, que mientras Webber se iba de farra trabajaba horas y horas en el simulador sin leer periódicos ni malgastar su precioso tiempo en las redes sociales, no haya sido capaz de adaptarse a un monoplaza ajustado como un traje de Saville Row a su manera de conducir...

Y es que eso fue precisamente lo que se dijo cuando Ricciardo seguía currando cual hormiguita con el trasto mal parido por Newey, a la espera de que Sebastian destacara con el nuevo portento.

Bien, el RB10 renovado lo estrenó Vettel en el Gran Premio de España y Ricciardo volvió a quedar delante con el antiguo. En Mónaco, al australiano le fallaba el embrague en la salida (oh wait!), pero el tetracampeón solo conseguía mantenerse en pie durante unas pocas vueltas. En Canadá vencía el sustituto de Mark, por fin con el vehículo apropiado, pero Seb solo lograba ser tercero. Y en Austria... bueno, mejor olvidamos el estreno del Red Bull Ring para la de Milton Keynes: el chico sonriente quedaba octavo y la esperanza rubia sumaba un nuevo cero.

Os ahorro lo de Silverstone porque todavía lo tenemos calentito, pero el caso es que en todo esto pasa algo raro, tanto que apuesto a que tarde o temprano, el propio Sebastian acabará diciendo lo que la Flores: ¡Si me queréis. Irse. Que me hacéis daño!

Os leo.

2 comentarios:

Tadeo dijo...

¿Irse? ¿Vettel o Marko?

Una buena cura de humildad, quitarse de la esfera del padre de Lewis, digooooo del Dr Marko y apretar el botón de reset.

Quizás con estas cosas y miles de km con el ego debajo del asiento... y aún digo quizás. El estilo de Sebastien es innegociable en su conducción, no sabe hacerlo de otra manera y esa era su cara los años anteriores y su cruz esta temporada.

Y encima despiden a Newey como culpable de la debacle del líder de los walkinianos. Red Bull empieza a tener el sindrome Ferrari.

Saludos

Chema dijo...

Poco a poco Vettel recortando, apostaría a que terminará tercero con el permiso de Bottas.