domingo, 20 de diciembre de 2015

Oh, shit!


No me he muerto, como podéis comprobar.

Mi ausencia se ha debido a que tenía necesidad de lamer mis heridas y poner las neuronas a desfilar al paso de la oca por el patio, por aquello de que recuperasen la indispensable disciplina. No todo va a ser dormir tres o cuatro horas al día... creo que me entendéis.

En fin, que en ello andaba, previendo volver al ruedo no más allá del viernes pasado, cuando me enteré de que Disney había puesto precio a la cabeza de los medios que osasen hacer una crítica al Episodio VII de la Guerra de las Galaxias, después de su estreno en Londres y antes de que fuera estrenada en la práctica totalidad del globo. Y uno, que sigue siendo un absoluto ingenuo a pesar de los 56 tacos que arrastra a la espalda, se preguntó dónde coño estaban nuestros reporteros de guerra, esos especímenes del género humano que se pasan por el forro de los cogieron las reglas de compromiso y las buenas formas, con tal de servir a la verdad.

Por desgracia, siguen en paradero desconocido José Manuel, Ángel y Antonio, secuestrados en Siria allá como en julio de este año. De ellos si me fiaría, qué queréis que os diga. Y es que todavía existe personal que en cuanto huele a collar se revuelve y se la juega, para que sepamos nosotros cómo va el mundo antes de abonar la entrada para poder ver el siguiente capítulo.

Y luego, venía diciendo: la jornada de reflexión, esa cápsula del tiempo que sirve para que digiramos la campaña electoral como si fuese la cena de Nochevieja con cuñados y todo, entendiendo que somos enemigos viscerales cuando dentro de unas horas, sea cual sea el resultado, arrimaremos el hombro los de derechas e izquierdas, como hemos hecho siempre. Ayer, hoy y mañana.

Hay gente buena en el mundo. Poetas del absurdo que penden sus vidas de ideas en apariencia inasequibles. Denunciar lo que pasa con los cristianos en tierras lejanas, por ejemplo. Hablar de lo que pasa con los musulmanes que sufren al ISIS y a los aliados. Señalar cómo nuestros amigos nos la meten día sí y día también. Salvar naúfragos. Curar heridas sin pedir filiación religiosa o declaración de la renta. Sanar esperanzas sin importar el credo de los ojos que las buscan en los tuyos, porque los suyos, sencillamente las han perdido y no las encuentran.

He ido a votar tempranito y he pensado en toda esta gente hermosa que me rodea cerca o lejos, antes de dar la papeleta al presidente de la mesa junto a mi carné de identidad. Conmigo venía Elías, y después, cuando juntos nos hemos tomado el café del haber cumplido. Le he contado entonces cómo en España se señalaba a Fernando Alonso y sus seguidores, como culpables del actual estado de cosas en la Fórmula 1, y cómo el mandamás, ha acabado haciendo una peineta a los que perseveraban en esa idea, afirmando: «La F1 es una mierda.»

No me digáis que no tiene su gracia. Años aguantando que el alonsismo haya sido acusado de llamar mierda a la Fórmula 1 porque su ídolo no vencía, y tiene que ser Bernie, precisamente Bernie, quien ponga los puntos sobre as íes. Aludiendo, además, al asturiano.

Oh, shit! Os leo recordando a Ángel, José Manuel y Antonio, y a los muchos que hacen #MarcaEspaña siendo inabarcables y desde el anonimato más absoluto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos nos creemos muchos, pero pocos realmente lo son. Y además, son difíciles de encontrar cuando hacen falta.

Saludos
Sr.Polyphenol

GRING dijo...

Parece que tienes las neuronas en perfecto estado de revista. Por si no tuviera ocasión, te deseo unos días de esos que no se olvidan por majestuosos en compañía de tus seres más queridos. Deseo que hago extensivo a todos los que compartimos este rinconcito del mundo.
Un abrazo a todos!
(Y si la razón fuera un premio de lotería muy potente, aqui tenéis un admirador,un amigo, un siervo... para compartir lo que haga falta).