jueves, 24 de marzo de 2016

Jueves Santo


Vaya semanita llevamos encima. Dan ganas de esconderse en el trastero que hay debajo de la escalera, apagar la luz, y no encenderla hasta dentro de un mes o dos, y eso si Freddy Krueger se despista y escampa ahí fuera, que tal y como van las cosas, podría muy bien no suceder.

A los atentados de Bruselas se sumaba la muerte de Rebecca, esposa de James Allison, y hoy ha caído en combate Johan Cruyff, precisamente en el octavo aniversario de la muerte de mi padre... Y estamos a jueves, que diría aquél, que mañana viernes, los del ISIS y la madre que los trajo al mundo, acabarán con la vida en la cruz del sacerdote Tom Uzhunnalil, como si se tratase de un espectáculo protagonizado por Madonna, aunque en versión película snuff.

Lo de Bélgica, de puro obvio no me merece otra cosa que mandar desde aquí un sentido abrazo a todos esos seres humanos que a estas horas, son incapaces de comprender por qué a ellos, por qué a sus amigos o familiares, como si el restallar del látigo de la ira más ciega eligiera o catalogara víctimas a la hora de morder y abrir la carne...

Lo de Rebecca me ha dolido porque James es especial en mis cosas. 

Como sucede con esos compañeros de viaje que llamamos mascotas, los ingenieros también te eligen a ti, a mí, en este caso. Siento una profunda empatía por un puñado de hombres de esos que andan en la trastienda de los logros de los pilotos, y Allison, el rosso, sin duda, es uno de ellos.

Johan, sí... pero cómo explicarlo. Él era el anatema de mi Athletic y cuando nos poníamos a dar al balón, y puesto que los buenos en el parque escogían siempre a los rojiblancos, te ibas con el 14 de la naranja mecánica aunque militase en el Barça, sólo por joder, pero también porque el holandés era rematadamente bueno, incluso mucho después, en la banda, con el cigarrillo en la mano o el chupa-chups en la boca... 

Y además, qué coño, a los rivales de su altura hay que rendirles homenaje así caigan chuzos de punta, porque soy de Portugalete y homenajeo a quién me da la gana, porque sé aullar en tono agudo y sostenido, porque tipos como él nos ayudaron a hacernos más y más grandes, porque San Mamés siempre le aplaudió cuando lo mereció, y porque en el fondo, de no haber nacido en Ámsterdam y haberlo hecho en Sestao, por ejemplo, Cruyff a lo mejor habría encontrado hueco en el mejor equipo del mundo, junto a Iribar, Sáez, Zabalza, Villar, Rojo y Uriarte, entre otros.

Lo del padre Tom no tengo por dónde cogerlo, lo admito.

Eso de que te pillen y te escojan para protagonizar un espectáculo, ya me tocaba los cojones sin que mediara sangre. 

Pérez Reverte sabe de víctimas inocentes o no, pero yo soy incapaz de discernir la linde que separa ambos campos. Y maldigo la hora, la verdad, porque lo de Uzhunnalil, si es que definitivamente ocurre, me parece tan inadmisible e indigerible como recordar el cuerpo inerte de Aylan sobre la arena fría y húmeda, la espalda gélida de nuestra Europa, los ahogados del Egeo o las ruinas de Deir Ezzor, y sacar de todo ello conclusiones que me sirvan de algo, más allá de pensar que como civilización nos vamos a tomar por el flete sí o sí, y que don Arturo vendrá con nosotros por muy claras que tenga las ideas.

La semana no ha terminado. Es jueves. Jueves de Semana Santa. Jueves Santo. He acompañado a Amama a misa y me la he tragado sin digerirla, pero cuando ha sonado el Pange Lingua, he recordado a Mocedades y he reconocido otra vez el territorio de donde vengo: la ancestral Ixtlan de don Genaro, la tierra de mis viejos, donde estamos condenados a volver. 

Y he pensado en aita Juliantxu, en sus defectos, en su pocas virtudes porque como padre fue un hijo bastante cansino... También he pensado en mi hermano, cómo no, y en cómo les echo de menos hoy que han transcurrido ocho años exactos, desde que nuestro cabeza de familia cerró definitivamente los ojos para pasarme un testigo que muchas veces quema.

¿Qué nos deparará mañana? Espero ingenuamente que la semana remonte, que Freddy se pierda para siempre, que escampe, y ya que estamos, que el cura Tom y quienes a estas horas tienen su vida pendiendo de un hilo, sean indultados como le sucedió a Barrabás. Sería bonito terminarla asistiendo a un acto de generosidad, en serio os lo digo, aunque, imagino: sólo me queda cruzar los dedos, como sospecho que os pasa a vosotros.

Disculpad el ladrillo y la ida e olla. Os leo.

2 comentarios:

Nacho Lascaray dijo...

La vida es dura....

Anónimo dijo...

Lo siento ... llevo una semana muy mala.
La vida es una mierda, y a veces creo que mejor que paren el mundo que yo me bajo