lunes, 7 de marzo de 2016

¿Que será, será?


Algo tiene este agua cuando no la benciden, que diría aquél... El formato de calificación casi impuesto por las alturas del deporte goza del parabién de la FIA y los equipos. Incluso Bernie Ecclestone, aunque no le satisface por completo, lo alaba porque cualquier cosa que mejore el espectáculo es siempre bienvenida. Pero los que están que trinan son los pilotos.

Y es que a ver, si los conductores hubieran sabido en diciembre pasado —instante en que los mismos que han cambiado hace unos días el sistema de clasificación aceptaron que se eligieran los neumáticos para los primeros Grandes Premios sin haberlos probado siquiera—, que iban a tener que verse obligados a defender con uñas y dientes su territorio cuando manda el cronómetro, lo más seguro es que habrían elegido otro tipo de compuestos.

Resulta crucial que entendamos este aspecto.

Con el anterior sistema, la clasificación se disputaba en términos de carrera. Es decir, durante el sábado, la vista estaba puesta en el domingo porque la salida de la prueba se hacía con las gomas usadas en Q2 incluso para los que habían pasado a Q3 y desde luego el poleman. Sin embargo, con el nuevo esquema, como te descuides un tanto así, te quedas sin compuestos para el día importante porque en esencia, consiste en una lucha al sprint entre todos los contrincantes que participen en la tanda correspondiente, lo que sin duda penalizará los excesos por una parte, y por otro, puede ser lesivo para los intereses de la carrera a poco que la climatología salga traviesa o exista mucho tráfico en pista, etcétera.

Asistimos de nuevo a una de esas cosas que tiene nuestro deporte: la elección de neumáticos se lleva haciendo desde dos meses antes de cada Gran Premio porque a diferencia de otras temporadas, en 2016 Pirelli propone tres tipos de ruedas de su gama —antes eran dos—, y los equipos hacen la selección definitiva a su entero gusto e interés.

Salvo error u omisión, en cristiano, que queda mucho mejor: El proveedor único propone para el Gran Premio de Australia los compuestos medio (vitola blanca), blando (amarilla), y superblando (distintivo rojo). Cada coche tiene que usar los tres tipos entre calificación y carrera. El sábado debe consumir al menos un juego de superblandos en Q3, y el domingo, debe usar al menos uno de los otros dos juegos restantes (medios o blandos, que es en lo que estamos).

Williams, por ejemplo, eligió estrategia para Albert Park en diciembre de 2015, basando la carrera australiana de Felipe Massa dentro de quince días, en la utilización conservadora del medio y el blando; y la de Valtteri Bottas, en una más agresiva con el medio y el superblando como protagonistas...

Bien, la selección no la cambia nadie, lo que ha cambiado es el sistema de calificación, y además, con nocturnidad y alevosía, lo que, un suponer, compromete sobre el papel las posibilidades que tiene el finlandés ante Melbourne. Los sets correspondientes ya han sido elegidos, y Bottas, otro suponer, tal vez se vea obligado en calificación —con tal de llegar a la Q3, se entiende—, a sacrificar un juego de superblandos que le harían falta para el domingo...

Su estrategia dominical quedaría seriamente dañada en caso de intentarlo porque dependerá durante el Gran Premio más de los medios que de los superblandos, y muy tocada si al final sale desde puestos medianeros porque al final no puede disputar la tanda que define la pole y los ocho primeros puestos...

Decía más arriba que estamos ante una nueva muestra de esquizofrenia federativa, que los pilotos se muestran muy descontentos, y que a nosotros, sólo nos queda cantar como José Feliciano aquello de ¿Que será, será?

Os leo.


1 comentario:

pocascanas dijo...

Mezclar y mezclar la baraja (para que no se noten los naipes marcados...)