lunes, 3 de abril de 2017

Mansour sonríe


La Fórmula 1 es un ámbito tan sumamente complejo que a veces ocurre, que la forma más sencilla de comprenderlo pasa por aceptar que todos mienten, que todos son unos tahúres y que la verdad asoma sus orejas sólo si triangulamos las mentiras con goniómetro.

Estaba cantado que la salida de Ron Dennis podía hacer pupita de la buena a la escudería si en Woking no se andaban con cuidado. En este sentido, la situación actual de McLaren pasa por echar sobre las espaldas de Honda la mayor carga de responsabilidad de lo que está sucediendo y aceptar que Mansour Ojjeh ha capitaneado el cambio de manos en el puente con indiscutible habilidad. No obstante, los resultados son los que son y me parece precipitado, y negligente, olvidar que fue precisamente el magnate saudí, con el apoyo del fondo Mumtalakat, quien decidió romper la baraja en un momento sumamente delicado.

Con precisión quirúrgica, desde noviembre pasado todo lo que olía a Dennis ha sido desterrado o arrinconado mientras la prensa británica más mamporrera ha dirigido nuestros ojos hacia paisajes más hermosos, sintetizando lo máximo, haciendo papilla con los problemas de calado, evitando cuestionar si cada decisión era la más apropiada para el instante que le tocaba vivir a la escudería o si por el contrario, Ojjeh la estaba cagando con las patitas de atrás en su afán desmedido por enterrar el recuerdo de Ron cuando al equipo lo que le hacía falta era más estabilidad que nunca.

Mansour sonríe y yo sonrío con él. Él no quiere que le veamos y yo pretendo que al menos nos tomemos un tiempo, breve, desde luego, en valorar si la culpa de lo que está ocurriendo tiene sólo que ver con Honda y con lo mal que trabajan los japoneses, o por el contrario, encuentra su razón más importante en una estúpida concepción del poder...

Hace años os contaba aquí mismo que Juan Matús le contaba a Carlitos que no es lo mismo tener autoridad que poder. Ron Dennis tenía autoridad independientemente de su capacidad para cometer errores, y de momento, Mansour Ojjeh sólo nos ha demostrado que tiene poder sin que sepamos todavía si es capaz de jalonarlo con aciertos. En el fondo, estamos ante una nueva versión del más vale malo conocido que bueno por conocer.

Por el bien de todos, espero que el saudí siga sonriendo y que nosotros podamos hacerlo con él.

Os leo.

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