miércoles, 16 de agosto de 2017

La zona de confort


Que me corrija alguien si me equivoco, pero se entiende por «zona de confort» todo aquello que nos produce miedo abandonar, incluso los miedos, valga la redundancia, que como silenciosos testigos decoran nuestro pequeño hábitat diario repleto de incomodidades a las que no sabemos ni queremos renunciar.

San Roque en Portugalete, mi pueblo natal, y este dieciséis de agosto se consume entre mis dedos mientras pensaba hace un instante en qué será de mí pasado mañana, ahora que por azares de la vida he descubierto que han empezado a cobrar sentido las muchas guerras que he peleado y de las que casi siempre he salido derrotado.

Si pongo a Prost en la imagen de entradilla sé que a la mayoría os mato de un disgusto, pero los héroes te eligen a ti y por suerte viví una etapa de nuestro deporte en que eran tantos y tan fuertes que no sabías muy bien quién te cogía de la mano.

Tampoco es que importase demasiado. Gilles, Didier, Elio, Nelson, Keke, Nigel, René, John, Jacques, los dos Riccardo... y Alain y las leyendas que lo rodeaban, y Alain sobre la pista con un auto blanco, amarillo y negro. Y Alain que se viste de McLaren. Y Alain descalzo y con zapatillas, feo siempre, pero sobre la pista: un diablo.

Esto sí es importante, ¿no? Lo que sucede sobre los circuitos cada carrera es lo que queda antes de que sea sepultado por los números, las estadísticas y esa zona de confort que nos recuerdan los párrocos, los domingos, que es el lugar más seguro y habitable de todos, para vivir y olvidar. 

El siempre se convierte así en imperativo y mayestático.

Todo ha sido siempre igual. El presente es siempre y el futuro es siempre, también. Basta acercarse a Youtube y elegir tu héroe preferido para ir luego a la estantería correspondiente, coger allí los datos necesarios en Wikipedia o en foros, listas y blogs especialistas, y salir al mundo armado con una verdad absoluta que nadie podrá contestar porque el ayer también es siempre, el mejor siempre de todos...

Lo malo sucede cuando el pasado se revuelve y te recuerda que las escapatorias eran trampas entonces, y que algunas protecciones parecían guadañas, o que en los funerales, los pilotos lloraban porque en la caja de roble que sostenían a hombros también iba un poco de ellos junto al compañero ausente. Los coches ardían o se hacían mil pedazos en un abrir y cerrar de ojos. Acabar una prueba suponía un milagro no porque el monoplaza consiguiese ver la bandera a cuadros, sino porque su conductor era capaz de salir de él para caminar, quitarse el casco, y respirar el aire de los vivos.

Si hubiese escogido a Prost para encabezar este texto sospecho que habría cometido un error.

El francés vive. Ha vivido incluso para ir haciéndose viejo entre nosotros, para soportarse y soportar que los números lo hayan difuminado como hace un dedo al pasar sobre un dibujo al carbón.

Pero Ayrton perdió la vida y siquiera por eso está bien verlo de nuevo aunque sea en una preciosa recreación gráfica, recordándonos que el hoy tiene muy poquito que ver con el ayer, aunque ahora, como entonces, los pilotos siguen midiéndose consigo mismos en terreno peligroso, tratando de conocer los límites de la máquina y los suyos, para ir más allá de ellos a fuego. Ganando y perdiendo batallas, en un palabra, por si en la siguiente cita con el destino hace falta tirar de lo aprendido.

Os leo.

4 comentarios:

enrique dijo...

Esta entrada ha conseguido emocionarme. Joder!! Gracias.

Elín Fernández dijo...

Hola José.
Hay gente, como yo, que no se hubiera disgustado por poner a Prost o al que quisieras. Piquet fue mi héroe fugaz porque en el 84 salió un tal Ayrton que robó de mi todo lo que un fanático tiene. Es tan así, que ese mismo año nació mi primer sobrino y mi hermano lo llamó Ayrton (ya cumplió 33). Tengo otro sobrino, que vive en Holanda, y se llama Nigel...
Saludos. Para la próxima, pon al que quieras. Yo te leeré como quiera.

pocascanas dijo...

Sólo el fuego de la pasóin puede encender semejante prosa. Bravo José!
Y cómo cambian los tiempos, en la foto de entrada se nota como el alerón delantero flexa... transversalmente! La perspectiva muestra los extremos mas bajos que el centro. Y no creo que ése haya sido un efecto buscado en aquellas épocas.

Saludos desde el Coño Sur

enrique dijo...

Siento el off topic, pero viendo la foto cuesta imaginar donde estan las piernas del piloto. Casi estan encima del eje delantero. También existe una revolución en este aspecto de hace 25 años a ahora.