domingo, 6 de agosto de 2017

Saber escuchar


Se palpa cierto nivel de prisa porque Liberty concrete sus ideas. Sería desable, sin duda, que la Fórmula 1 hubiese cambiado de la noche a la mañana con la salida de Ecclestone, pero, desgraciadamente, las cosas no funcionan así.

Como en las historias de herencias, imagino la cara que se les pudo poner a los norteamericanos en tanto en cuanto el notario iba desvelando la letra pequeña del legado de Bernie: contratos blindados bajo cuerda, tratos inquebrantables, pactos con el demonio sellados con sangre, innumerables a éste sí y a este otro ni de coña, algún ¿qué haces mi niña? escrito con lágrimas en los ojos, besos y abrazos para los herederos, y como colofón una peineta...

Dicen los sabios que para pasar de una dictadura a una democracia hacen falta al menos tres generaciones completas, a quince años cada una es casi medio siglo y hay que armarse de paciencia. La primera se consume intentando olvidar los hábitos adquiridos. La segunda tampoco cuenta porque tiene prisa y es pura oposición a la anterior. La tercera, la más delicada de todas, es la que traza puentes más que los derriba...

En fin, cruzo los dedos porque los de Liberty no necesiten tanto tiempo para cambiar todo esto, y eso, contando con que no nos salgan satrapones como la Bruja de Blancanieves, pero honestamente pienso que están avanzando a la velocidad adecuada para lo que viene a ser nuestro deporte, que digamos.

Chase Carey a la cabeza, con Sean Bratches y Ross Brawn como brazos armados, ni han nacido ayer ni se les ve demasiado inclinados a mandar poner C4 en aquello que no les gusta. Los tres saben perfectamente que estos primeros pasos pueden no ser reconocidos ni agradecidos pero van a resultar cruciales, y en concreto Ross, quien a la postre resulta más visible para el aficionado, está haciendo lo que tiene que hacer: escuchar.

Puede chocar que un tipo como él, sobradamente conocido por su contrastada inteligencia y rápida respuesta cuando andaba en el paddock haciendo labores de equipo, ande ahora poco menos que cual lagartija al sol, pero no es lo mismo estar integrado en una escudería que formar parte de un tinglado como el de Liberty. Los tempos son radicalmente distintos y los propósitos, también.

Hace meses le dediqué unas líneas: «es leal a la congregación pero conoce a la perfección las debilidades del ser humano y cómo corregirlas» [El Hermano Prefecto], y Brawn parece que ha entendido en qué cosiste su nuevo desempeño. Está planificando el futuro deportivo de un negocio que se pretende que satisfaga a sus integrantes tanto como a quienes van a disfrutar del espectáculo y a la postre lo sostendrán económicamente. A los que la prisa no nos deja dormir es a nosotros, que no hemos digerido todavía que Bernie sigue permeando la Fórmula 1. Y lo que te rondaré, morena, que decía aquél.

Os leo.

1 comentario:

enrique dijo...

Brawn tiene la papeleta mas importante. Sólo haciendo más atractiva la competición podrán publicitarla y venderla mejor. Confío muchísimo en que no se deje engañar.