jueves, 28 de septiembre de 2017

A ver si llamándolo aditivo...


La trampa, si no es burda, por regla general suele resultar algo original que incluso acaba arrancando una sonrisa. A ver, que levante la mano quien no hizo una mueca chispeante o se dijo para sí, socarronamente, ¡claro: qué cabrones!, al conocer que parte de la industria automovilística, alemana por demás, nos la había estado metiendo doblada con el tema de las emisiones de CO2 y los diésel.

Luego viene la indignación, obviamente, y uno se cisca en todo lo que se menea y empieza a llamar las cosas por su nombre: fraude, timo, engaño, etcétera, etcétera, etcétera, que lo cortés no quita lo valiente.

En temas deportivos, debido a lo hiriente que resulta que alguien juegue con cartas marcadas, lo normal es que las trampas sean consideradas inexcusables, de forma que nos ahorramos los dos párrafos de arriba porque el asunto, lo mires como lo mires, no tiene puñetera gracia.

Así las cosas, Lance Armstrong, la ciclista belga que usaba una bicicleta con motor, y un largísimo rosario de tramposos y tramposas cuya pormenorización se comería el poco espacio disponible para esta entrada, son eso: tramposos. Lisa y llanamente, gente que no merece llamarse deportista porque se presupone que un deportista siempre juega limpio.

Ahora bien, debido a las peculiaridades de la Fórmula 1, como una trampa haga gracia a la prensa inglesa olvídate de que llamen tramposo a nadie, sobre todo si hay un compatriota por medio. Los artistas del eufemismo lo llamarán creatividad, ser los más espabilados, y de ahí p'alante, que decía aquél, lo que no impide que siga siendo trampa.

Imaginemos por un momento que concursamos en un certámen de cócteles cuyas bases consisten en que se puede utilizar cualquier ingrediente menos vermut, zumo de limón y canela, y un señor ingenioso, puesto que no se concreta cómo debe estar hecho el hielo porque se da por sobreentendido, hace cubitos que además de agua contienen vermut, zumo de limón y canela, que al agitarse entran a formar parte de la mezcla, además de enfriarla, evidentemente.

¿Cómo llamaríamos a este listillo? ¿Lo recubrimos de brea y plumas y lo mandamos a paseo? ¿Le damos el premio como Maestro Coctelero porque ha hecho una lectura del reglamento que no imaginaba nadie...?

Por alucinante que parezca, con el tema del aceite está ocurriendo precisamente esto. Da lo mismo que a estas alturas de la película se acepte pulpo como animal de compañía porque la trampa está siendo utilizada por todo quisque en la parrilla. Da igual que en 2014 ya se estuviese sospechando del aceite mágico y desde entonces nadie haya hecho nada. Es en cierto modo irrelevante cómo utiliza cada fabricante el ardid de marras...

El aceite, bajo la normativa técnica que lo considera como lubricante, en la actualidad traslada a la cámara de combustión una serie de aditivos que ayudan a la gasolina a mejorar su comportamiento y rendimiento.

Y el caso es que si la normativa relativa al combustible no fuese tan meticulosa que incluso detalla qué componentes no deben aparecer, cumpliendo así con las premisas de la Unión Europea, no podríamos hablar de espíritu de la norma ni de que Mercedes-Benz se lo lleve pasando por el forro de los cogieron desde el inicio de la etapa híbrida y sin que nadie haya metido mano en el asunto.

Pero como vengo diciendo, la acotación de los ingredientes excluidos para que la gasolina usada en F1 pueda ser considerada prácticamente como de consumo comercial, de calle, vamos, y la FIA saque pecho con ello y tal, delata la existencia de un bonito espíritu bajo la letra del reglamento que se va un poquito a la mierda en cuanto incorporamos los aditivos como parte de los cubitos de hielo, no sé si me explico.

Es ingenioso, sí, pero también bastante tramposo.

Os leo.

2 comentarios:

enrique dijo...

La FIA ejerce de rehén tan bien, que cuesta imaginársela en otro papel que no sea ese. Si yo en mi empresa se me ocurre interpretar de manera personal e imaginativa, digamos por caso, la legislación de seguridad laboral, como mínimo me como 15 días suspendido de empleo y sueldo. Y a la siguiente a casita. Esta todo este mundillo tan alejado de la realidad y el sentido común que indigna.

Isaac dijo...

Creo que voy entendiendo la ventaja que puede suponer añadir aceite a la mezcla de gasolina -aunque siempre he creído que era algo muy malo, preludio de gripaje del motor... ;-) -, pero me parece que sería interesante que explicaras en una entrada más técnica qué supone este "aditivo" para suponer una ventaja.
Gracias maestro.