viernes, 6 de abril de 2018

Mercedes quiere ser Ferrari


Está suficientemente revuelta la cosa de las negociciones entre Liberty Media y los equipos de cara a 2021, que caben prácticamente cualquier tipo de conjeturas, incluso que ese cierto baboseo hacia Ferrari que muestra ante los micrófonos Toto Wolff, tenga más que ver con la posición de Mercedes-Benz frente al patrón norteamericano que con el riesgo de fractura de nuestro deporte en el caso hipotético de que Maranello decidiera abandonarlo.

Ya hemos hablado de esto y disculpadme que me repita, pero Stuttgart ha tenido siempre en su diana a la rossa, o mejor dicho: a la rossa durante su etapa hegemónica de principios de siglo, tanto es así que eligen a Michael Schumacher para liderar su retorno a la Fórmula 1 después de haberla dejado en 1955, aunque sigue sin quedar claro si será capaz de sustituir a Ferrari cuando pinten bastos.

Entendemos lo de la estrella de tres puntas como una gigantesca operación de mercadotecnia o nos vamos a perder en un laberinto de difícil solución: el caso Gribkowsky; las extrañas circunstancias que rodearon la salida de Honda del Circo y la creación de BrawnGP y su venta posterior a Mercedes-Benz con puesto asegurado en el Grupo de Estrategia; la extracción del soldado Hamilton de Woking; el Pirelligate; las alusiones de Montezemolo, Lauda y el propio Ecclestone al respecto de que la alemana jugó con ventaja desde un inicio porque prácticamente impuso al deporte un modelo de unidad de potencia híbrida que había sido diseñado por ella en 2007... nos perfilan un escenario espinoso y turbio donde sólo cabe entrar con traje y botas de pocero.

Pero han fallado las cuentas. La Fórmula 1 pudo soportar un dominio como el italiano en los comienzos de la década de los 2000 pero en la actualidad no está para estos fletes. 

El consumidor final es diferente al de aquella época. El aficionado crítico se hace demasiadas preguntas en la actualidad y el que traga con lo que le echen, simplemente se aburre, y es que las cuentas no salen: las audiencias no son como nos las vendió Bernie [Nos extinguimos], los promotores de los circuitos no están por la labor de seguir pagando por un espectáculo malo [El director de Silverstone se queja de que no puede vender un producto «de mierda»], etcétera, etcétera, etcétera.

Imagino que Ecclestone se la metió doblada a herr doktor Zetsche como a otros muchos, incluso a Liberty, pero el caso es que el pato lo estamos pagando nosotros y a Toto (más que a Niki), no le ha quedado otra que bailar a la pata coja. En estos momentos, Ferrari es esencial para Mercedes-Benz tanto en el plano deportivo como en el político. Sin una Maranello aparentemente competitiva en pista y sin Marchionne vivo en su enfrentamiento con la FOM y sus ideas para revitalizar el deporte a partir de 2021, la de las tres puntas no podría rentabilizar ni el dinero que ha puesto sobre la mesa ni sus esfuerzos por parecer la mejor escudería de todos los tiempos.

Está cachonda la cosa. Stuttgart necesita a La Scuderia más que nadie, y buscará hacer de mediadora en el debate para conseguir más poder del que ya tiene. Otra cosa es saber cuándo se acabará el juego y el gato terminará merendándose al ratón. 

Os leo.

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